miércoles, 30 de julio de 2014

Miguel y William: ¿intertextualidad o mera coincidencia en la obra de dos genios?

I. El origen de la genialidad de Shakespeare y su primer contacto con la literatura española.




La influencia de la literatura española es algo imposible de negar en toda la tradición literaria occidental, no sólo en Latinoamérica, región conquistada por hombres y por una lengua a partir de la cual se generó toda nuestra producción literaria y cultural, sino también en su propio continente y, más aún, en un país con el que no compartía ni siquiera la raíz latina de su lengua. Durante los siglos XVI y XVII, siglos de Cervantes y Shakespeare, aparecen obras escritas en inglés que tienen como base obras de teatro españolas (Bryson, 139). Sin embargo, no sólo llegaron a Inglaterra dramas españoles, sino también una de las obras narrativas más influyentes de la literatura hispánica, la obra cumbre de Miguel de Cervantes: Don Quijote de la Mancha (1605-1615). Pero no hablemos de ello aún, hablamos primero otro de los grandes, me refiero a Shakespeare: sin duda una de sus mayores cualidades fue su capacidad de presentar en escena la naturaleza de la acción humana en todas sus formas y estados: el amor, la venganza, la muerte, el dolor, la felicidad, ambición, el desengaño, odio,  etc. Sin embargo, esta habilidad mimética, pensando en la definición del arte y, especialmente, del arte dramático según Aristóteles, no es netamente atributo de Shakespeare. No, la genialidad de este dramaturgo es también resultado de la recepción y lectura de otros textos cuya recepción y adaptación dieron origen a sus más grandes obras. Es bien sabido que la mayoría de ellas están basadas en leyendas e historias que ya existían y que pertenecían a la memoria colectiva de la sociedad inglesa, por lo menos a aquella compuesta por el grupo de escritores quienes consideraban, según Bryson, todos los argumentos y personajes como un bien común.  Marlow, por ejemplo, extrajo su Doctor Fausto de una historia alemana anterior y Dido reina de Cartago, de la Eneida de Virgilio.
En el caso de Shakespeare, Hamlet (1601) tiene sus orígenes en otra obra dramática anterior conocida hoy como Ur-Hamlet[1]. Romeo y Julieta, por su parte, fue una versión libre del poema La trágica historia de Romeo y Julieta (1595), de Arthur Brooke. Cuento de invierno (1610-1611), es una reconstrucción de Pandosto, novela olvidada de Robert Greene; Mucho ruido y pocas nueces  (1598), Noche de reyes, eran historias banales de una colección de relatos italianos, (algunos de ellos pertenecientes a la obra de Boccaccio el Decamerón). “La comedia de los errores”, toma prestada una trama sencilla, pero eficaz de Plauto. Estas fueron apropiaciones de historias que, por supuesto, Shakespeare volvió atractivas dotándolas de distinción y grandeza. Argumentos que Shakespeare modificó libremente y a los que añadió incidentes de su estilo.
Resulta más interesante aún el caso de Cuento de invierno, una obra basada en gran parte en un cuento de índole popular derivado de fuentes hispánicas, recogido por Robert Greene y publicado por primera vez con el título de Pandosto en 1588, la que fue extraída de la obra Amadis de Grecia, atribuido a Feliciano de Silva (1530), caballero de Ciudad Rodrigo, paje del duque de Medina Sidonia y uno de los continuadores más aventajados del célebre Amadís de Gaula (finales del siglo XIII). Casi todo el argumento, incluyendo las escenas de carácter pastoril, está tomado por Shakespeare de este Dorastus and Fawnia (Pandosto) (Astrana, 105)
Como podemos ver, su repertorio no se limitaba a relatos configurados solamente en su lengua madre: se cree que manejaba bastante bien el italiano y algo de francés; tanto el Mercader de Venecia (1596-1597) como Otelo (1603-1604) estuvieron basadas en obras italianas que en esos años aún no se habían traducido al inglés. Esta tarea de leer en otro idioma se habría simplificado por el acercamiento con el latín durante sus años de estudio en 1571 en la escuela de Humanidades (Ben Jonson, 34).
Con estos datos académicos ya no nos resultará tan inverosímil creer puede existir una obra de su autoría basada en una de las historias contenidas en la famosa novela de Cervantes. Es el caso de Historia de Cardenio (1613), una comedia basada en el romance entre Cardenio, el llamado loco de Sierra Morena, quien sufre la imposibilidad de concretar con matrimonio su amor por Lucinda, una hermosa joven que le fue arrebatada por don Fernando, su mejor amigo, el que a su vez ha abandonado a Dorotea, una muchacha de humilde condición a quien había prometido matrimonio.


II. La Marginalidad del Cardenio


Sin embargo, esta obra perdida de Shakespeare, que solo fue proclamada como original el año 2007 por Charles David Ley, investigador hispanista y colaborador de la Royal Shakespeare Company, no fue una de las más celebradas por la crítica de su época, ni mucho menos considerada para el proceso de recopilación y publicación de sus obras completas en 1623 siete años después de su muerte, trabajo que realizaron John Heminges y Henry Condell, los últimos supervivientes de los Chamberlain`s Men originales (Bryson, 146). Ni siquiera aparecerá en las ediciones posteriores publicadas en 1632, 1663-64 y 1685. ¿A qué se debió esta marginalidad? Los expertos dicen que el Historia de Cardenio no fue considerada como obra original de Shakespeare pues fue escrita en colaboración con otro dramaturgo inglés de  su tiempo, hablamos de John Fletcher, cuyas facultades para leer el español podrían haber sido  en gran medida la razón de esta reelaboración del romance cervantino. Pero antes, y par que esto nos quede aún más claro, revisemos algunos datos biográficos.
En su última época como escritor dramático (1608-1613), Shakespeare comenzó a trabajar en colaboración con otros autores dramáticos como George Wilkins y John Fletcher; de esta colaboración final nacieron Los dos nobles caballeros, Enrique VIII (o Todo es verdad) y la obra perdida Historia de Cardenio, todas estrenadas alrededor de 1613. Fletcher, por su parte, 15 años menor que Shakespeare, era hijo de un obispo londinense, favorito de la reina Isabel, que se había educado en Cambridge como dramaturgo y también a nivel personal (Bryson 138). Poco se conoce de la relación entre Shakespeare y Fletcher además la obra, pero sí se sabe que este último trabajó en colaboración con muchos otros autores, de hecho, las obras en que aparece como coautor suman más que aquellas que habrían sido compuestas exclusivamente por Fletcher; algunos de esos autores fueron: Massinger, Rowley, James Shirley, John Ford, John Webster, Thomas Middleton, Shakespeare; además de una larga lista de obra realizadas en colaboración con Francis Beaumont, con el que se le atribuye una relación muy estrecha, la que, según dicen algunos, iba más allá del ámbito profesional. Ahora bien, volviendo al tema del idioma, John Loftis, en su artículo “English Renaissance Plays from the Spanish Comedia”, señala que hubo autores como Fletcher, Massinger y Shirley que sabían leer español, lo que haría mucho más evidente el interés de Shakespeare de trabajar con Fletcher.
Por otro lado, “Historia de Cardenio” no es la única obra dramática inspirada en una de las historias de la novela cervantina en la que participó Fletcher. La primera traducción que se hizo del Quijote en Europa fue en inglés en 1612 por Thomas Shelton, quien más tarde haría también la segunda. La novela de Cervantes se ha considerado también como texto de inspiración para la obra de Sir Francis Beaumont en colaboración con Fletcher El caballero del pistadero ardiente publicada por primera vez en 1613 en forma anónima por el editor Walter Burre.
La influencia del “Quijote” sobre El caballero del pistadero ardiente se aprecia, sobre todo, en el carácter del caballero, el aprendiz Ralph y su escudero, y en el tipo de sus aventuras. Los cinco episodios principales cuentan la historia de un cofre de joyas, la aventura de la “Bell Tavern”, que toma como modelo los sucesos de la venta de Juan Palomeque y las hazañas con un gigante. El último episodio traslada al caballero Ralph a la corte del rey de Moldavia, donde rechaza el amor de la princesa Pompiona, imitación de la princesa Micomicona. (Sánchez, 74)
No obstante,  Historia de Cardenio, nunca llegó a publicarse, corriendo incluso el riesgo de desaparecer completamente en el año 1808, cuando un incendio azotó un museo de Covent Garden donde se suponía estaba el único manuscrito original de esta comedia.
No fue sino en el siglo XVIII cuando uno de los traductores de Shakespeare, Theobalb, afirmó haber encontrado tres manuscritos incompletos de esta comedia que arregló en un nuevo texto y al cual le dio el nombre de Doble falsedad, para luego hacerlo publicar en dos ediciones: dos en Londres y otra en Dublín.
III. Semejanzas en la obra de dos genios
1.1 La locura  
A partir de estos datos históricos y biográficos podemos comenzar a creer y establecer las conexiones  y relaciones intertextuales entre la obra del bardo y la novela cervantina. Para ello nos preguntaremos qué contiene la historia de Cardenio que la hizo tan atractiva para Shakespiare para inspirar esta comedia basa su argumento; la respuesta: tópicos y motivos principales presentes en la novela de Cervantes y que podemos encontrar en toda la obra shakesperiana anterior a 1613. Para algunos estudiosos de su obra como Martin Lings, Shakespeare: “estaba obsesionado con la Edad de Oro. Esto se ve en parte en su gran reverencia por la naturaleza virgen, lo que aparece explícitamente en A vuestro gusto, Cimbelino y La Tempestad, e implícitamente en muchos otro pasajes de sus obras”. (86) Sin embargo, en este análisis nos enfocaremos en tópicos de su tiempo mucho más específicos, pertenecientes a la novela de Cervantes y, particularmente, a aquellos contenidos en la historia de Cardenio, uno de los más importantes, y con el que iniciaremos este análisis será el de la locura.

Dibujo del encuentro entre Don Quijote, Sancho Panza y el desconsolado Cardenio en la Sierra.


Ilustración de Hamlet sosteniendo el Craneo de Yorky
En Shakespeare, la locura  está presente en Hamlet, Macbeth, Rey Lear, Noche de Reyes, entre otras, en todas ellas por distintas razones y dimensiones. En Hamlet, por ejemplo, será, aunque fingida, un recurso utilizado por el príncipe para descubrir la verdad, y una afección real para Ofelia tras la pérdida de su padre, que la llevará finalmente a su muerte. En Rey Lear, la locura es resultado de su necedad e incapacidad para ver la pureza y lealtad de su hija Cordelia; por otra parte, en Noche de Reyes, es el estado que justifica el  extraño comportamiento Malvolio frente a Olivia, a la que cree enamorada de él por culpa de una cruel broma que le han jugado sus compañeros.

Ilustración del delirio del Rey Lear
Ilustración de Macbeth delirando
 Locuras trágicas y locuras cómicas que encontramos en Shakespeare, esas que también encontramos en Cervantes, que no solo la padecerá Alonso Quijana, sino también un joven enamorado al que Don Quijote y su escudero conocerán como el “loco de Sierra Morena” y cuya historia los acompañará durante varios capítulos de la primera parte de la novela. Dicha afección, y como ya habíamos mencionado, ha sido provocada por la traición de su mejor amigo Fernando al casarse con la mujer que ama y, aparentemente por Lucinda, quien dio el “sí” frente al altar (cap. XXVIII, 190); locura que se manifiesta de forma violenta como cuando ataca Don Quijote y a aquellos que lo acompañaban mientras escuchaban la triste historia del joven, En “Cardenio”, de Shakespeare y Fletcher, también nos encontraremos con este hombre que ha enloquecido de amor por la traición de su amigo y con una violenta escena que protagoniza en contra de una pastor a quien confunde con don Fernando producto de la ira y la desesperación que sufre por haber perdido a su ama (IV. I. 112); momentos después, y como también sucederá en Cervantes, conoce a Dorotea, la mujer en busca de Fernando que se ha vestido de varón para no se descubierta ni exponerse al peligro.
En esta comedia, los personajes también se referirán a la locura en diversas instancia para hacer notar la falta de juicio de sus protagonistas cuando el amor que sienten el uno por el otro se interpone a cualquier otro beneficio para ellos y sus padres, es el caso de don Bernardo, padre de Lucinda, para quién Cardenio no es el mejor de los candidatos a marido de su hija:

“Don Bernardo: …Me temo que tu amante esté algo tocado de locura. Si esto resulta cierto, al poco de comprobarlo, te arrepentirás”. (I. II. 55)
También cuando justifica el comportamiento de su hija frente a Fernando al romper en llanto cuando su padre a decidido que este hijo de duque será un mejor marido para ella:
“Don Bernardo: Juro que esta loca, loca de atar”. (II. III. 73)
Por último, entenderán como un acto de locura, la deshonra que Fernando cometerá con Dorotea al abandonarla por un amor sin razón que ha nacido en su corazón por Lucinda tras escuchar tantas veces los muchos elogios de belleza y virtud con los que Cardenio le describía su amada:
“Fabián: Seguro que este hombre ha enloquecido. Sigámosle, te lo ruego, vecino, aunque a cierta distancia, como temiendo lo pero”. (II. I. 64)
Y luego su padre, luego de dar solución a los conflictos amorosos de los cuatro jóvenes:
“Duque: … (A Fernando) Tu locura espero hayas dejado en otras tierras”. (V. II. 137)


1.2. El amor ilusorio, la imposibilidad de los amantes y la muerte como escape al destino trágico.
Un segundo tema que comparte las obra cervantina con Shakespeare, esta vez con respecto al argumento, y que se ligará al tópico del amor imposible, será la forma en que tanto Cervantes como Shakespeare dan inicio a los conflictos amorosos. Cardenio de Cervantes, les cuenta a Don quijote y Sancho que la pasión repentina de Fernando por Lucinda se suscitó por los constantes elogios de belleza y virtud que éste hacia de su amada delate del duque; deseo amoroso que se desata finalmente con una apasionada carta que la joven le manda a Cardenio mientras estaba en la corte del duque donde da cuenta de su amor y de su necesidad de saber si es recíproco para que su padre acepte su matrimonio (cap. XXVII, 186); situación que nubla los sentimientos primeros de Fernando hacia Dorotea. Estrategia argumental similar a la que utilizo Shakespeare en “Los dos hidalgos de Verona”, en donde el amor de Proteo por Silvia es consecuencia de las exaltadas descripciones que Valentín hace de ella, haciendo a olvidar a su amigo pasión que sentía por Julia:

Proteo: Sí, ¡Con que facilidad un ardor apaga otro ardor! Así como un clavo saca otro clavo, así un nuevo amor me ha hecho me ha hecho perder la ilusión de mi amor primero. ¿A quién debo acusar de turbación que sufre mi mente? ¿A mis ojos, a los elogios de Valentín? […] Diría que se ha entibiado mi amistad por Valentín y que ya no le estimo como antes. ¡Oh! Pero amo con demasiado exceso a su adorada, y esa es la razón de que le quiera a él tan poco. Y de tal manera amo asa mujer apenas vista, ¿qué será cuando la haya podio apreciar más?... (II. IV. 200)

En Cardenio de Shakespeare y Fletcher, aunque no hay diálogos explícitos que comprueben que Fernando no conocía a Lucinda antes de enamorarse de ella, sí podemos deducirlos de la siguiente analogía en su discurso cuando conoce a Lucinda:

Fernando: La voz los ojos, todos los encantos, sus más mínimas gracias tan perfectas me engendraron el amor, pero no fueron más que enfermedad, ilusión fantástica de mi cerebro. Aquel que nunca ha visto más árbol que el pino al contemplar la altura del cedro ha de despreciar la sombra del árbol que amaba.
En cuanto al tópico del amor imposible, Shakespeare aprovechó la dinámica de la obra para repetir la conexión entre amor y muerte que encontramos en Romeo y Julieta:
Cardenio: “… yo saqué toda la cabeza y cuello entre los tapices, y con atentísimos oídos y alma turbada me puse a escuchar: lo que Lucinda respondía, esperando de su respuesta la sentencia de mi muerte o confirmación de mi vida”. (cap. XXVII, 188)
Frase comparable a las palabras de Julieta después de conocer a Romeo:
“Julieta: (A la nodriza) Anda a preguntar su nombre. ¡Si es casado, mi tumba se me figura mi lecho nupcial!”. (I. V. 272)

y que para Lucinda del texto dramático se vuelve aún más significativa frente a la imposibilidad de impedir su unión con Fernando, asumiendo que todo depende de ella, y se armándose de un puñal minutos antes de la ceremonia. Durante el matrimonio Cardenio se enfrenta a Fernando desatando un gran alboroto al que la joven dará fin con un repentino desmayo que hará creer a los presentes, aunque por breves instantes, que ha muerto, o pero aún, que ha atentado contra su vida, como lo hicieron los amantes de Verona para poder estar juntos:

“Fernando: Se me muere ¡Socorro!
(Se desmaya Lucinda. Cuando tratan de volverla en sí, se le cae un papel al suelo)
Don Bernardo: No la Rodeéis. Hay que darle aire.
Fernando: ¿Qué papel es éste escrito por sus manos?
Don Bernanrdo: Inclinadle la cabeza. No ha sido más que el susto. Se repondrá. ¿Qué pasa ahí señor?
Fernando: Se quiso hacer un daño parecido al que la naturaleza ahora le hace. De un puñal habla. Registradla bien.
Don Bernardo: Aquí está. Las mujeres son muy tercas y muy locas”. (III. II. 94, 95)

1.3. El enmascaramiento: estrategia de las heroínas
"Noche de Reyes" Viola disfrazada del mozo Vasanio
Por último, uno de los motivos más representativos en Shakespeare y que pudo haber considerado por este para trabajar el romance cervantino fue el disfraz, el ocultamiento de la identidad, para ser más específica, de la identidad femenina para hacerse cargo de los conflictos en los que se ven envueltas. Un artificio utilizado Dorotea, en “el Quijote”, para recuperar a su amado Frenando y hacer cumplir su promesa de matrimonio. Por otro lado, en las obras de Shakespeare, es muy común encontrarse con personajes femeninos que deben disfrazarse de hombres para protegerse o proteger a quienes aman; personajes femeninos como: Porcia, de El mercader de Venecia, que para asegurar el fallo judicial a favor de Antonio y con eso, el pronto regreso de su marido, se viste de hombre para hacerse pasar por abogado. Lo mismo ocurre con Viola en Noche de Reyes, quien, para ocultar su identidad en Iliria, se hace pasar por un joven para servir Orsino del cual, finalmente, se enamora. Lo encontramos también en Cómo gustéis y Los dos hidalgos de Verona, donde Julia toma la imagen del varón para ir en busca de Proteo, al que está decidida a recuperar.

Tanto en la novela como el en el drama, Dorotea, aunque con un papel más protagónico en Cervantes, recurre a esta práctica para ir en buscar de Fernando y protegerse de los posibles agravios que los hombres pueden cometer con mujeres que viajan solas.

Pero por muy similar que nos parezcan ambas versiones, el carácter cómico en Shakespeare será denotado por el tratamiento mucho más simple y ligero de sus protagonistas como Dorotea y Fernando, ya que la primera, si bien toma la iniciativa para recuperar lo que le había sido prometido por el hijo del duque, su estrategia del disfraz no adquiere la connotación de intento por igualarse o, incluso, superar al género masculino  para no permitir ser deshonrada. El caso de Fernando es similar, pues a diferencia del carácter serio y predominante que muestra en la novela, por el tono cómico de la obra, éste es más bien un joven caprichoso y arrebatado por los placeres que le presenta la vida, y que será contrastado por su hermano mayor, Pedro, a quien los autores de la obra entregaron la función de resolver finalmente el conflicto para devolverle a Cardenio su amada y hacer consciente a Fernando del su error al abandonar a Dorotea.

IV. A modo de conclusión
Para terminar, y a modo de apreciación personal de esta obra que llamó mucho mi atención al momento de descubrir que existía esta conexión entre estos dos grandes, creo que esta no es una de las obras maestras hecha por la genialidad del dramaturgo inglés, tal vez, porque fue escrita en su último período creativo: La tempestad (1611), Cuento de invierno, Corionalo (1608) y Cimbelino (1610), las que se caracterizaron por perder teatralidad y ganar introversión, además de contener una lenguaje denso y epiléptico (Bryson, 145). Obras menos populares que podrían hecho de Shakespeare una necesidad el trabajar con otros autores como Fletcher para darle un carácter mucho más comercial, si se puede decir así, a su obra.
De todas formas, sea esta una obra dramática de excelencia o no, lo que sí está claro es que la influencias de Cervantes en Shakespeare es un referente más seguir creyendo en la importancia literaria de Don Quijote de la Mancha, cuyos trama y contenido llegaron a inspirar a uno de los más grandes escritores dramáticos de la cultura occidental, que supo apreciar su influencia.

Enlaces relacionados: http://gedisargentina.wordpress.com/2012/04/02/el-nuevo-libro-de-roger-chartier-cardenio-entre-cervantes-y-shakespeare-1/



[1] También se dice que podría provenir de una obra llamada “Amleth”.


Les dejo el trailer de la obra dramática La Historia de Cardenio, realizada por la Roya Shakespeare Company. Me parece muy interesante esta propuesta teatral, que recurre a la tradición flamenca española.